Por fin puedo
reunirme con el resto de seres que pululan por la calle principal y ser parte
del todo, a veces simplemente cierro los ojos y espero hasta que mi sentido de
mente colmena me diga que he llegado a mi puesto de trabajo. Es entonces cuando
la sangre vuelve a fluir por mis venas y vuelvo a tener el control de mi propio
cuerpo. Eso es a veces, otras veces simplemente me dedico a caminar lo más
rápido posible y predecir los movimientos de los viandantes para llevar a cabo
una caminata más fluida. Eso está bien hasta que un viejo se pone delante de
ti, eso rompe todos los esquemas. Ni el más entrenado jedi puede predecir la
manera de actuar de una persona que ha pasado el marco de la tercera edad,
digamos que son como una ruleta rusa andante, tan pronto puede girar a la
izquierda como mearse encima, son un jodido bloqueo para mi sentido arácnido.
Aquí me hayo, en frente de la puerta del lugar donde trabajo.
¿Qué donde trabajo?, el donde no importa, es otra de esas empresas que se rompe
el culo para ganar dinero sin importar que, sin importar quien mejor dicho. Tú
simplemente sonríe y deja que los clientes hagan lo que les venga en gana, ni
se te ocurra hablarles mal porque ellos son los que levantan esta empresa, los
sagrados clientes.
Me siento como un
imbécil cuando pienso que lo que realmente importa es la persona en sí y no el
dinero, quiero decir que si yo tuviese una tienda de ropa por ejemplo, no
consentiría que los clientes se comportasen como soplapollas y que tratasen a
los empleados como basura, aunque eso implicase ganar menos dinero. Pero claro,
¿quién soy yo para cuestionar al capitalismo? El sistema funciona y eso es lo
que realmente cuenta, lo que yo diga o piense me lo guardo para la ducha, donde
puedo crear el mundo a mi imagen y semejanza.
Lo primero que veo al entrar es a uno de mis managers que me
recibe con una enorme sonrisa en la que no puede caber más falsedad. Es el
típico hombre gay, delgado y que viste como un subnormal, bueno lo de que viste
como un subnormal lo digo subjetivamente porque no lo aguanto. El hecho de que
sea gay no me preocupa en absoluto, no tengo nada contra la homosexualidad y
ahora mismo estoy delante del tipo que más derecho tiene a ser gay del mundo, digamos
que ese cabrón nació para dar por el culo. Lo saludo sin más, me da igual si se
nota que quiero partirle la cara de todas las formas posibles, aprender cada
jodida arte marcial existente en el planeta y a continuación demostrar mis
conocimientos en su cara.
Alguna vez he pensado que todo mi odio hacia los managers es
cosa mía, pero he tenido oportunidad de corroborarlo con mis compañeros y
parece que todos estamos de acuerdo en ello. Estoy casi seguro de que para ser
manager es necesario pasar una prueba de sangre y sufrimiento. Yo me imagino a
todos los candidatos a manager en un avión y siendo soltados en paracaídas en
una isla desierta, sí, estoy hablando de un puto Battle Royal en toda regla
donde el puesto será para el único que quede con vida. Eso explicaría muchas
cosas y ninguna a la vez. He oído historias de managers decentes y bondadosos,
alabados como a dioses antiguos pero nunca conocidos por nadie. Yo creo que
esas historias las crean los propios managers para no matar toda nuestra esperanza,
para que todavía tengamos algún motivo por el que seguir viviendo en esta
senda.
Cojo aire y sigo mi camino, soy un samurái joder, un manager
no puede competir contra mi temple, mi concentración, mi capacidad de
sobrevivir en condiciones extremas… Cosas que aprendes siendo un universitario
vamos, cuando pasas los meses a base de arroz y pasta y soportando más resacas
que Paquirrín, es la vida que elegí.