Han pasado aproximadamente cuatro horas desde que los
últimos rayos de sol se marchitaron. La ciudad vuelve a pertenecer a las
sombras y cada miembro de la comunidad camina a ciegas; un baile enfermizo con
un funcionamiento exacto que no da lugar a improvisación de ningún tipo.
La luz artificial transforma las siluetas a su antojo y
recorre las calles como sangre a través de venas de asfalto.
Bajo esta luz se reúnen una vez más los tres sujetos de
siempre. Una vez a la semana coinciden en este lugar dejado de la mano de Dios.
Conversan, ríen, lloran, pelean o simplemente dejan reposar la mirada en el
horizonte más oscuro de la faz de la Tierra.
En medio de ellos yace un recipiente cristalino repleto de
líquido. Un líquido tan brillante que mirarlo fijamente podría provocar daños
irreparables en la vista.
Se reparten vasos y uno a uno los van llenando, siempre
alejando la vista del contenido. Llevan años dejándolo correr por su garganta
sin el valor suficiente como para pararse a observar qué es lo que reside en el
interior de la botella.
La noche avanza descontroladamente sin respetar el calmado
paso del tiempo, impaciente por conocer a donde van a llegar hoy sus tres
desconocidos favoritos.
Tras varios vasos, y después de un silencio omnipresente,
comienzan a mirarse los unos a los otros.
Parece que fue hace una eternidad cuando se vieron por primera vez.
“Sueño”, “Realidad” y “Miedo” despiertan por fin. Conscientes de su existencia
y con ello una incesante catarata de
incontenibles pensamientos.
Todos tienen la necesidad de ponerse a vomitar palabras, de
escupir toda la tensión, rabia, ideas y temores que llevan acumulando desde su
anterior reunión. El caos reside en cada uno de ellos, pero un inexplicable
orden instintivo los hace fluir de manera organizada, impidiendo que todos exploten
a la vez.
R.- “Otra vez más,
como siempre. Supongo que me alegro de veros.”
S.- “¿Supones? Habrá
un futuro en el que no tendrás que volvernos a ver, y supongo que te
arrepentirás de lo que dices viejo amigo.”
M.-“…”
El inicio de la conversación es frío y carente de emoción,
como de costumbre. Después de un largo rato
hablando sobre nada y todo a la vez, las emociones empiezan a poseer a sus
usuarios. Y comienza la verdadera reunión.
S.-“Yo sigo sin ser
capaz de conformarme con todo esto. ¿Cuánto más tengo que seguir fingiendo?
Vivo en una maldita sociedad en la que nada me interesa lo más mínimo. Me niego
a creer que sea el único.”
R.- “Siempre tienes
opciones. Puedes marcharte, puedes quedarte e intentar cambiar lo que se te ha
dado, o puedes marcharte todavía más lejos. Allá donde los vivos no puedan
encontrarte.”
S.- “No es cuestión de
irse o quedarse. Se trata de lo que vive en mi interior. Yo sé que hay una
solución, quiero creer que hay una solución.”
R.- “¿Quieres creer?
¿Piensas que hay algo más aparte de todo esto? Qué pasa si te digo que el mundo
ya te ha enseñado todo lo que tenías que ver. No hay nuevas experiencias o
sensaciones, es hora de que te adaptes. Deja de soñar con sentimientos y mundos
que no son más reales que las hadas o la magia.”
S.- “No esperaba que
me entendieras, después de todo eres uno más de ellos.”
R.- “¿Uno más de
quién? No te das cuenta de que no hay nadie más. Todos somos uno. La gente
especial es especial porque el resto le hemos dado esa categoría. Incluso tus estúpidas
aspiraciones no son más que una droga inventada por la humanidad para que sigas
aquí con nosotros, para que vueles dentro de la jaula.”
M.- “¿Por qué tenéis
que darle tantas vueltas? No tiene sentido arriesgarse a volar cuando vivir
pegado al suelo es la mejor forma de evitar caerse. Aunque haya que vivir
arrodillado o tumbado, pero al menos a salvo de un infortuito golpe contra el
suelo.”
S.- “¿Es así como
quieres vivir, Miedo? ¿Tan pegado al suelo que ni siquiera puedes ver las
piedras que se interponen ante ti? Todo nuestro entorno nos guía por el camino
por el que debemos adentrarnos. El comportamiento de la gente, el
funcionamiento de las relaciones sociales… todo son pistas que nos dan una
ligera pero contundente idea de por donde tenemos que llevar nuestros pasos. Yo
no quiero pasarme la vida caminando sobre barro pisado.”
R.- “Todo lo que dices
lo basas en una pobre suposición, pero ¿Qué harás el día de mañana? Cuando seas
viejo y apenas quede vida en ti y repentinamente te des cuenta de que no había
nada. Que en un intento de ser distinto y alejarte del rebaño te acabaste
convirtiendo en uno más.”
M.- “Yo estoy bien
siendo uno más”
R.- “Escúchame Sueño,
he conocido a miles como tú, y al final todos los acaban comprendiendo. Esta
partida ya está jugada antes de empezar. Tú vida ya ha sido decidida, tanto si
ganas como si pierdes. Eres tan solo otra ficha.”
M.-“Si ya está todo
decidido entonces lo mejor es tomárselo con filosofía. Disfruta cuando puedas
disfrutar y haz lo posible por cumplir con el propósito que te ha sido
encomendado. Fin.”
S.- “Habláis de los
seres humanos como si de hormigas se
tratase. Eso a lo que tú llamas propósito otros lo han llamado religión. Otra
de las formas que tiene el hombre para limitarse a sí mismo, para guiar al
resto por el buen camino. La manera de poder morir tranquilos, pensando que da
igual si hemos malgastado nuestras vidas, porque tenemos la oportunidad de
alcanzar un nuevo lugar donde no hay sitio para la preocupación.”
R.- “Bonita forma de
consolidarte como el jefe supremo del ateísmo.”
S.- “Di lo que
quieras. Nada de eso tiene cabida en alguien como yo. Yo creo en el amor
verdadero, en la posibilidad de forjar nuestro propio destino… En llegar a viejo
y haber reído y llorado de verdad, y no porque se supone que lo tenga que
hacer. La religión te habla de un paraíso, pero ¿Por qué nadie se preocupa en
crear ese paraíso aquí mismo? ¿Por qué la gente presume de libertad bajo un
cielo donde las estrellas nos miran como a inferiores? ¿Por qué no ir más allá,
dónde nadie ha tenido agallas para llegar?”
M.- “Aquí estamos
seguros. Y si haces lo que tienes que hacer hay muchas probabilidades de que
todo vaya bien. Por eso.”
R.- “Si tanto te
preocupa ese asunto ¿qué haces aquí de nuevo Sueño? No es a nosotros a quien
tienes que convencer. Si quieres volar, vuela.”
S.- “Lo haré, eso lo
puedes tener claro. Es solo que todavía no estoy preparado…”
La botella está vacía. No queda aire en sus pulmones con los
que propulsar las palabras. Sus mentes se bloquean y retornan a su viaje
solitario. Tres sujetos se desvanecen y vuelven a sus respectivos palacios sin
la certeza de si volverán a encontrarse alguna vez.